mi caja de cartón

11:47 / Comments (0) / by retinorama

Era mi caja, y la tenía en lo más profundo del que fue mi armario de casa de mis padres.

Sin embargo, no es la primera, porque antes ya tuve una, y es esa la que echo más de menos. Aquella era marrón, de cartón corriente, con los cantos abiertos, y ni siquiera tenía tapa, se cerraba doblando los cuatro cierres uno encima del otro, y llevaba almacenando cosas desde que tenía más o menos trece años. La abrías y te encontrabas con una concha con un dibujo por dentro, dos iniciales y un corazón, un par de libretas con lo primero que me daba por escribir, puro atormento de la edad del pavo. En aquella caja, encontrabas una bola de billar que me dio una tarde andreu, un punky muy amigo mio del instituto, y una chapa de su chupa de cuero negra, que le quedaba tan quien con aquella moto y con los moretones que de tanto en tanto lucía como heridas de guerra cuando le daba por pegarse con algún niñato que se las daba de skin; por aquellos entonces era una moda, ordas de niñatos rapados que te perdonaban la vida con la mirada en las puertas de aquellas discotecas.

En algún momento se rompió, y me hice adulta sin darme apenas cuenta, así que no me extrañó un día que fuí a cogerla y ví que mi madre la había sustituido por otra mucho más fuerte, estampada, y fue entonces cuando el contenido de mi adolescencia se mezcló, irremediablemente, con el resto de recuerdos que todavía me da por coleccionar. Tenía pensado llevármela a casa, pero no lo hice.


Ya es hora de una caja nueva, así que me he quedado con una donde estaban embalados los nuevos altavoces para el ordenador. Es marrón, de cartón corriente, y todavía no tiene los cantos abiertos. Ahora tiene dos entradas de cine, sala cuatro, de color verde, de aquellos tickets que ya solo te dan en los cines de barrio, que es donde mejor se ven las películas, un domingo por la tarde de invierno.




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