Nueve menos dos

12:58 / Comments (0) / by retinorama

Todavía o sé bien porqué pasé aunque me lo hayan contado. La cuestión es que yo no quise esperar. Ni siquiera tenia consciencia, pero debe ser que la impaciencia me empujó, y de alguna manera sentí que no podía seguir estando ahí dentro sin correr el riesgo de ni siquiera ver la luz. Así que empujé, empujé cuando no me tocaba y contra toda la seguridad de mi propia supervivencia. Debió ser entonces cuando vi por primera vez la luz, y para eso parecí estar preparada, pero no para respirarla, o para alimentarme, siquiera para sobrevivir. Como nací cuando no me tocaba, cuando nadie excepto mi madre me esperaba, nadie fue capaz de encontrar un vientre de plástico para mi, apenas un kilo y medio de persona, con los pies y los brazos y todo muy pequeño, y un lunar en la cara que todavía conservo. Apenas me dejaron ver a mi madre, porque me metieron en una ambulancia dirección barcelona a los veinte minutos, mientras mi padre nos seguia subido a su ducatis maldiciendo al conductor, porque no llegábamos, ni él ni yo ni nadie, porque era cuestión de horas y al mundo le importaba un carajo que yo me debatiera por estar en él. Y tuve suerte, porque mis padres no tenian dinero para pagar aquella clínica privada, la más cara de la ciudad, pero nadie nunca se lo exigió ni les pasó factura por salvarme la vida.

El otro dia alguien me dijo que los sietemesinos son luchadores que se aferran mucho a la vida, porque al fin y al cabo, desde que nacen se ven obligados a pelear de más para estar en ella. Y sé que soy una persona con suerte, que mis pulmones están bien, y mis ojos están bien aunque tenga la retina tan miope.

Sin embargo, a veces no puedo dejar de preguntarme cómo hubiera sido yo con sesenta días más, si hubiese nacido en pleno verano y no en la primavera, si hubiese tenido paciencia y mi madre menos problemas, si alguien hubiera pedido una factura a mi padre, y me doy cuenta de que eso, en el fondo, no importa, porque la suerte vino a mi favor. Lo que importa es el esp�ritu que alguna vez me empujó a querer seguir viviendo, en un vientre de plástico, esperando a que el tiempo pasara lo suficiente para poder salir a la vida. Y vivir.

0 parpadeos: