La más guapa de la clase

8:54 / Comments (2) / by retinorama

Era la más guapa de la clase, pero yo nunca supe su nombre. Alta, rubia y delgada, tenia una melena impresionante, larga, lisa que caía como una cortina de seda dorada sobre su cara provocado por un imperceptible golpe de cuello que ejecutaba con la rapidez y limpieza de un perro amaestrado. Se decía que era una estirada, porque caminaba como una modelo, una pija, porque llevaba un bolso con dos doradas e inmensas ces contrapuestas , y una creída de mucho cuidado, porque se contoneaba magistralmente dentro de unos levi’s que se ceñían como guantes a sus caderas y que ni siquiera tuvo que arreglar al comprarlos para no írselos pisando con dos tacones que solo ella podía calzarse. También, que no era muy lista, porque iba aprobando de ajusteo y que, claro, se aprovechaba de su físico para ir a las revisiones y camelarse a los profes.

Eso nunca lo creí, primero, porque dudaba mucho de que sacara ventaja de estar buena en una facultad donde el 95% del alumnado y un 80% de profesorado éramos mujeres, y segundo, porque no dudaba nada de la capacidad de saña que se da entre mujeres cuando se ven a otras como rival y no como personas, que es lo que a fin de cuentas acabamos siendo. La Barbie paseaba su metro ochentaymuchos por los pasillos casi siempre sola, sosteniendo una carpeta forrada con fotos de bebés, y de tanto en tanto, acompañada de otra chica casi igual de alta y, aquella si, rotundamente pija y rematadamente tonta, de la cual tampoco nunca supe nombre ni apellidos y a la que siempre me referí como “la lametón de vaca”, porque se peinaba con un imposible flequillo cardado hacia atrás, mote que resultó del agrado de la gente y que acabó imponiéndose a “la osea.sabes”, que quedó segundo en el concurso de aquel año.

Yo nunca le dediqué demasiada atención; la veía poco y nunca coincidí con ella en alguna mesa ni en ningún café, y por eso, ni siquiera me di cuenta de que había venido al viaje de fin de curso con el que poníamos fin a 5 años de carrera, circa Febrero del 99, situ en los carnavales de Tenerife. En mi habitación, disfrazábamos a Alfredo con mi vestido negro de licra y una peluca negra de cabaret; era, si mal no recuerdo, la noche de las viudas, donde las mujeres no se disfrazan y los hombres lo hacen de viudas, o en su defecto, de furcias, que es como la mayoría de hombres que lo son o se tienen se disfrazan cuando lo hacen de mujer. Y fue al salir de allí cuando me di cuenta de que me había quedado sola.
-Hola…-me dijo.
-Ay, hola…-me sobresalté. Y fue la primera vez que me pregunté su nombre. Luego, por decir algo, le dije-… te has cortado el pelo, verdad?
-Si…-respondió, acariciándose una media melena corta, castaña oscura e impecablemente peinada- es que mi novio es estilista, sabes?, de modelos y me ha dicho que mejor asi, más discretita…
- Ah… pues te queda muy bien – afirmé mientras me preguntaba donde se había metido la gente.
-No sé… mejor que rubia, no?
-Bueno…- la verdad, es que rubia estaba imponente, de ese tipo de chicas altas, rubias, con un buen cuerpo tan igual a otras tantas chicas altas, rubias, con un buen cuerpo que hacia difícil distinguirla y mas difícil recordarla.
- Es que… creo que morena llamo menos la atención.
-Y eso te preocupa?
-No, no es por eso… es que a veces la gente no se me acerca porque te ven así, alta, rubia, guapa –pendante o sincera, pensé yo?- y cree que eres distinta, o que…
-Mujer, creo que no te puedes quejar. Tu eres una chica muy guapa, todos lo dicen.
- Si… pero la gente no se me acerca, siempre soy yo la que lo hace, no sé, no es tan fácil… las tías temen que les quites el novio y los tíos que soy como llevar un llavero de ferrari andante. Y las personas que valen la pena, los que valen la pena no se te acercan, porque creen que no te pueden merecer, entiendes? Ni lo intentan. Solo… te miran. Te miran, pero al final, nunca acaban viniendo.



La belleza da miedo, eso fue lo segundo que pensé, y casi lo formulé en voz alta como si fuera un descubrimiento, que la belleza da miedo si la miras de cerca, pero me callé, mientras la veía beber su cola light con la elegancia de un gato persa, y entonces pensé, y era lo tercero que pensaba de ella, que la veía guapa, no sé si bella, pero si muy guapa, pero también que era una chica triste que parecía sentirse muy sola. Por eso, y para no decirle que su belleza me parecía triste, le dije:

-Morena estás mejor. Más interesante… es un cambio brusco, pero luego te acostumbrarás, ya verás.
-Si… de morena, como tú… Tú también tienes un pelo muy bonito… brillante, brillante…-me susurró, mientras se inclinaba hacia delante con sus dos ojos castaños igual de brillantes y me sujetaba con mucho cuidado un mechón suelto detrás de la oreja, para acabar dejando caer su mano y acariciarme dulcemente la mejilla durante uno, dos, tres, cuatro segundos más de los necesarios, que pasaron leves, casi de puntillas, casi diría que no pasaron de lo silencioso que lo hicieron, para acabar desvaneciéndose en el aire, en su suspiro y en el batir de cientos y cientos de mariposas.

Aquella noche no la vi más, ni la volví a tener cerca en los pocos días que quedaban de viaje. Volví a verla al llegar a la terminal, abrazada a un ramo de rosas rojas que su novio, un tipo moreno, alto, guapo e imponente, le alargaba mientras todos los presentes les miraban y envidiaban, eso si, siempre desde lejos.

2 parpadeos:

Anónimo @ 7 de abril de 2009, 3:01

salí de fiesta, con mi casi mujer. y la vi perfecta, entonces entró una como la que dices. miré a mi pequeña y la vi mejor, con sus vivencias, con sus malas leches, con sus dulzuras, su melodía, su bailar... me hice chiquitito a su lado. para mí es la mas guapa y me encantó que apoyado en la barra, la miraran y ella volviera y me diera ese beso.

retinorama @ 8 de abril de 2009, 5:40

si... ese tipo de situaciones hace que uno de repente se de cuenta de lo feliz que es y de lo lejos que está de ciertas cosas... de la suerte que tenemos de ser bellos para los que nos importan, como dices, con nuestras malasleches y nuestra pinta de recién levantados...que viva la subjetividad!