Panoli

23:43 / Comments (0) / by retinorama

A ver, como os diría: una panoli es una imbecil, una imbecil integral. Como el panoli de aquel chiste de una fiesta entre estudiantes de matemáticas, donde uno se acerca al pardillo de la clase, y le dice: pero tío, joder, es que no te integras, intégrate, y el pardillo levanta los brazos to emocionao imitando al símbolo ò de las integrales, cosa que recuerdo muy bien porque las odiaba, odiaba las matemáticas con toda mi alma.

Para hacernos una idea, el panoli o la panoli, siempre es aquel al que todo el mundo se olvida de avisar cuando se cancela la fiesta, o el que llega disfrazado a una de alto standing. Uno al que, en todo caso, nadie avisa de nada nunca.

Señores, con mi cara de panoli he salido en Sarrià, he dao media vuelta, mientras me encendía un camel, y me ponía Placebo a toda leche, y conducía con ganas, hacia días que no cogía el coche, echo de menos conducir, y sin saber porqué, he abierto las ventanas del coche, sacando la mano para que me mojara la lluvia, conduciendo sola a media tarde, y lo más importante: con mi cara de panoli.

El estado de panoli, como no, comporta una cara panoli; la peculiar fisonomía facial de la expresión genuinamente panoli se caracteriza por la boca, abierta, fruto del relajamiento de la mandíbula inferior, y por donde, en función de la intensidad del momento panoli que esté padeciendo el sujeto en cuestión, puede llegar a resbalar un hilillo de baba, que, en ocasiones, puede ser recogido por la lengua del sujeto, que medio asoma entre los dientes.

La expresión de la mirada confirma el inmediato reconocimiento de este estado de panoli como propio, y dicho sentimiento, es interpretado por el panoli como una verdad absoluta, aplastante y puramente real:

Soy panoli. Soy LA panoli.


En ese momento, el sujeto experimenta de manera automática un sentimiento de hermanamiento con su nueva realidad, y de repente, fruto del entusiasmo causado por el nuevo descubrimiento, empieza a sentir una especie de reconocimiento en todos los elementos de su entorno.

Así, de repente, todos los coches de la autopista, se ponen, como panolis, a activar las luces de emergencia, cuatrooo, cuatroooo, como señal de que hay retención de panolis como yo que se han chupado una hora de cola, y, misteriosamente, el de la primera cabina del peaje es un niñato panoli con mucha cara de mala hostia, debe joderle el tiempo y el trafico, y también el del segundo, panoli treinteañero que se parece a Josema de Martes y Trece me da conversación sobre que hay que ver, que tiempo, llueve, como no, pienso yo, toda ser panoli en toda mi esencia, dejándome 700 pelas en peajes porque si, porque fíjate tu.

Sin embargo, que no os alerte observar dichos síntomas en vuestros más queridos allegados. El estado panoli es como un virus, de rapidísimo efecto, pero no es duradero. Y en realidad, llega después de los más oscuros. El panoli despierta compasión, porque quién no se ha sentido panoli alguna vez? Quien no se ha quedado mirando en el espejo a su reflejo panoli preguntándose pero cómo puede alguien llegar a este estado de incomprensión absoluta con su entorno, es decir, tan panoli? Quién no aprovecha entonces para cabecear mirando al cielo?

Ser panoli no es fácil, nada fácil. Pero es humano, al menos.




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